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domingo, 19 de abril de 2015

LOS DOS LENGUAJES




M.·.M.·. Leónidas
En cosas de andar y ver desde que fui iniciado en la masonería me ha sido común  escuchar de los hermanos  frases tales como: “La masonería es una sociedad filantrópica”, “La masonería es el estudio de la filosofía y en particular de la moral para conocer y practicar la virtud”, “Libertad, Igualdad, Fraternidad”, “Uno para todos, todos para uno”, “Estáis en la Masonería, pero ¿La masonería está en ti?”, “Masonería es amor”, “En masonería se practica la tolerancia”, “Salud, Fuerza y Unión”, “ Cavar pozos profundos a los vicios y edificar  catedrales a la virtud”  y en fin, podríamos decir muchas frases  más, que se dicen y se leen reiterativamente tratando de describir con esta y aquella frase el ambiente y el espíritu ideal de esta honrosa institución y en verdad que oyéndolas y leyéndolas uno cae en el embrujo de las situaciones ideales, el mundo al que aspiramos llegar y vivir.
En ese viaje personal que he hecho en la masonería he visto y escuchado a  hermanos que  se llenan la boca con tales frases, y que sin  embargo, en los hechos, en su conducta,  dan lugar a pensar que son mentiras.
El objetivo principal de este trazado es señalar las incongruencias.
 Y aquí tenemos al hermano que haciendo uso de la voz, invita a los hermanos  a hacer masonería sin embargo en su conducta ha demostrado que no acude desde hace varios meses y no ha pagado sus capitas y no aporta trabajos.
O aquel otro que dice que la masonería es amor y sin embargo en sus intervenciones no vacila en criticar o burlarse del hermano.
Y que de aquel que proclama la libertad como un valor imprescindible en la masonería y sin embargo le niega al hermano la libertad que tiene de expresar a su manera los puntos de vista que tiene en este o a aquel asunto o critica los hábitos  que tiene.
O aquel otro que acullá regaña al hermano porque no sabe, pero el mismo, al preguntar tiene necesidad de tener el libro abierto en su regazo para saber hacer la pregunta.
Y que de aquel que teniendo frente a si a un hermano, adulto como el, con sus propias creencias y experiencias, lo regaña cual si se tratara de un niño, violando con ello el principio de tolerancia y respeto que en fraternidad se deben.
O que me decís de aquel que en la vida profana es un auténtico caballero, respetuoso y prudente, y en  tenidas de iniciación se vuelve un auténtico “hombre verde” gritándole al postulante: ¡! CONTESTA! ¡¡ HABLA FUERTE¡¡ empujándolo o pinchándolo ( o golpeándolo) con la espada de canto (Como si la iniciación fuera una novatada más que un ritual con enseñanzas) porque así le enseñaron, olvidando que de lo sublime a lo ridículo solo hay un paso.
Y aquí me detengo, señalo los hechos, no las personas (cualquier parecido es mera coincidencia) supongo que vosotros tendréis algunos ejemplos más.
Sí, estamos hablando de aquel viejo aforismo de “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”, quienes así actúan, se olvidan que más que las palabras (escritas o habladas) son los hechos los que nos definen, bien lo dijo el sublime Jesús:” Por sus frutos los conoceréis”.
Son los dos lenguajes del hombre, el de decir y el de hacer, y habrá que admitir que no siempre hay congruencia entre ellos.
Pienso que no hay lugar a que nos engañemos hermanos, el camino de la masonería es una batalla continua contra nuestro ego, entre lo que pensamos o decimos y nuestras incongruencias en los actos, es aspirar a crear un mundos mejor, dejándolo mejor que cuando lo encontramos, es  ser mejores cada uno de nosotros en comparación a cuando empezamos; en esa batalla es preciso usar con toda nuestra voluntad la espada de la honestidad y franqueza con nosotros mismos, tal como se preguntaba Platón:” ¿Seré yo acaso, lo mismo que critico? .
Pero, me diréis: “No todos son así”.
En efecto, es verdad, en la diversidad hay de todo, y desde luego no podemos omitir a los hermanos que son prudentes, reflexivos y respetuosos, pero…, agregaría yo, todo es cuestión de proporciones, se ha dicho: “Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos” y bien podemos invertirlo actuando en sentido inverso, esto es “Que Dios ayuda a los buenos cuando son más que lo malos”.
Si bien no hay hermanos ni logias perfectas, a mi parecer,  me parece más conveniente  hacer lo necesario para  inclinar la balanza hacia el lado de las virtudes,  dejar o propiciar que predominen los vicios es sembrar la semilla de los cismas.
Cuando predominan los vicios se pierde toda esperanza y confianza en los que nos rodean, el cemento que une los ladrillos  se vuelve tierra y se derrumban los edificios humanos creados.
Os invito a reflexionar Hermanos, sacudámonos el polvo profano de nuestros arreos, concentrémonos en hacer realidad los postulados y principios de nuestra magna Institución, y si es preciso, afrontemos una de las más severas pruebas que nos es dable hacer como masones: Saber pedir perdón y saber perdonar por los errores cometidos.
Es cuánto.





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