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viernes, 13 de abril de 2012

De la intolerancia

Bien sabéis, mis QQ.·.HH.·. Que todos los días somos testigos de infinidad de situaciones que ocurren en todos los órdenes. El clima, las emociones, las conductas, las cosas, todo es diferente, con el transcurso del tiempo, todo cambia, nada es igual, lo que ayer fue, hoy no lo es, lo que hoy es, no lo será mañana.

Se ha dicho que todo lo que ocurre está escrito, que tan solo somos actores de una trama prediseñada desde el principio de los tiempos, si esto es cierto pienso que ni la moral ni la responsabilidad de nuestros actos tienen cabida, no somos culpables de nada de lo que hacemos, ni de nada de lo que ocurre.

Otros dicen, que nada ocurre gratuitamente, que nada se genera en el vacío, que todo lo existente es efecto de una causa, y a su vez son causa de otro efecto, que cesando la causa, cesa el efecto, de ahí la impermanencia de las cosas, por esa razón todo cambia, vivimos y somos coparticipes de una intrincada red de causa y efectos, algunas de las cuales están al alcance de nuestra conciencia y otras no, si este planteamiento es cierto, la responsabilidad y la moral tienen cabida, puesto que estamos en esta dimensión en una situación de elección , y con nuestros actos seremos causa de lo que ocurra. Pienso que en este orden de ideas si evaluamos con profunda atención cualquier situación al grado de comprender totalmente su naturaleza, seremos padres e hijos de nuestras circunstancias, seremos dueños de nuestro destino. ¿Cómo hacerlo? Rudyard Kipling decía en verso: “Seis servidores tiene mi mente, con ellos comprendo a la naturaleza y aumento mis conocimientos, ellos son Que, Quien, Como, Cuando, Donde y Porque”.

Se dice en Masonería que la tolerancia es el cemento que une las piedras cúbicas de la humanidad y la fraternidad, que es prerrequisito indispensable para convivir en paz y felicidad y, sin embargo, en muchas ocasiones asistimos a todo lo contrario, y vemos que el grupo de ayer, ya no lo es, que lo que ayer fue unidad, hoy es fracción, ¿Por qué ocurre eso? ¿De qué manera, toma fuerza la intolerancia y rompe los muros de la fraternidad? Apliquemos la regla de Kipling, en el orden de ideas, de las causas y los efectos ¿Qué favorece y que impide el desarrollo de la intolerancia? Si la evaluación que hacemos es correcta, tendremos el antídoto en nuestras manos, tendremos la oportunidad de elegir la tolerancia como valor supremo, “para bien general de la Orden, de la Humanidad y de este taller en particular”, tal como dice nuestra liturgia.

En las últimas dos semanas, he hecho reflexión sobre la intolerancia y los factores que lo alimentan, hasta donde puedo verlo, estas son sus causas, no pretendo ser exhaustivo, supongo debe haber más, por eso os invito y exhorto a que aportéis vuestras luces en esta importante e interesante cuestión.

Pienso que lo siguiente favorece la intolerancia:

· Asumir que nuestra opinión o versión de la cosas es la verdad absoluta, que no ha lugar a equivocarnos. Estar en esta posición cierra toda oportunidad a escuchar diferentes versiones o puntos de vista. Convendría en este sentido, antes de comenzar cualquier discusión, tener en mente que la verdad se asemeja a un gran rompecabezas, con innumerables piezas, de las cuales solo conocemos una, confundiendo de esta manera la parte por el todo, si escucháramos con atención tal vez conoceríamos otras piezas. Convendría aderezar y atemperar nuestra forma de hablar, para salirnos del sentido imperativo y categórico de nuestro discurso, frases como “Me parece” “hasta donde yo lo entiendo”, “ Como yo lo veo”, “En mi opinión”, “ Hasta donde yo sé”, “Tal vez” etc. Podrían ser de utilidad.

· Irrefrenable impulso de imponer en los demás nuestra forma de ver las cosas, como si los demás fuesen maquinas, autómatas que tan solo requieren ser programadas por nosotros, olvidándonos que ellos también son sujetos pensantes, y que tienen derecho como nosotros a contar su propia historia o versión. En este sentido es útil armarse de paciencia y conceder a los demás el mismo derecho que nosotros nos damos para opinar y pensar.

· Impaciencia por escuchar, no dejando que el otro termine, arrebatando la palabra e impidiendo que termine. Habrá que concederles el derecho de hablar el mismo tiempo que nos dieron para escucharnos.

· Ser irrespetuosos con nuestro interlocutor, haciendo mofa de lo que dice, criticándolo, denostándolo o juzgándolo mal por lo que dice. Frases como “Estas mal”, Estas equivocado”, “ves visiones”, “tú no sabes” “Eres un idiota” o cualquier otro calificativo insultante, llevan implícito el mensaje de que se le considera sujeto no pensante al cual no vale la pena atender. Otra forma de ser irrespetuoso es usar frases irónicas que pretenden desbancar la formalidad y el buen juicio de nuestro interlocutor. Existen formas no verbales y sutiles de ser irrespetuosos, como cuando no atendemos lo que dice nuestro interlocutor, dirigiendo la mirada a otro lado, haciendo gestos de impaciencia, o descalificación e indiferencia ante lo que se dice. Conviene aquí evitar todo lo antedicho.

· Dar opinión no pedida. La opinión es lo más barato que hay, al parecer todo mundo está dispuesto a dar su opinión, aunque no se lo pidan. Olvidamos con frecuencia que opinar sobre problemas o asuntos ajenos, lleva un gran riesgo de equivocarnos, puesto que solo el que los vive sabe perfectamente la calidad y dimensiones del problema y sabe además, lo que desea y quiere. Dar un opinión no solicitada es asumir que la persona a la que le damos el consejo no tiene capacidad de discernimiento y además le impedimos crecer en función del conocimiento de sus errores y aciertos. En el caso de que la opinión sea pedida, paréceme incorrecto, dar soluciones, pienso que tal vez sería mejor hacer propuestas o preguntas tales como: “Has considerado esto o lo otro” “ Que pasa si….”, “¿Qué opinas de ….?, de esta manera estaremos activando la capacidad de razonar y comparar alternativas, respetando de esta manera la inteligencia de nuestro interlocutor.

· Impedir y quitarle la libertad a otros a ser, pensar, tener y hacer lo que le plazca, pienso que resulta una inequidad negarle a otros, los mismos derechos que uno mismo se da .La única limitante en este rubro es el respeto al derecho ajeno.

· No cumplir y no hacer cumplir lo acordado. En tratándose de asuntos extra personales y de grupo, desobedecer lo acordado bien sea como regla o como ley, es traicionar la confianza que los demás tienen, esto rompe la armonía y la cohesión del grupo, es preciso a mi parecer, ser puntual y responsable en dar cumplimiento a lo acordado, estar conscientes que ceder un poco en nuestras posturas egoístas es pagar el precio de una sana convivencia.

· Gritar en lugar de argumentar. La fuerza del grito no abre razón y si despierta emoción reactiva.

· Usar el engaño y la discriminación en asuntos que son públicos y de grupo, fomentan a mi juicio el recelo y desconfianza, paréceme una falta de respeto a la integridad y derecho de las personas, Es preciso ser honesto, abierto e incluyente en el planteamiento de lo asuntos y los problemas, si después de todo la fuerza de los argumentos no es suficiente para una opinión o solución particular, cabe dar lugar a la opinión de la mayoría, después de todo, al final de cuentas, el tiempo conforme transcurra , dirá en los hechos donde estaba la razón, será entonces momento de aprender de los errores.

· Criticar y hablar mal del ausente, denota a mi parecer arrogancia, soberbia, deshonestidad y falta de respeto es intolerancia en su más grave expresión, evitémoslo, y si alguien lo hace preguntémosle: “Convienes en que le diga a fulano lo que dices? O bien con toda discreción, vayámonos a otro asunto.

Si mis consideraciones son correctas y coincidís conmigo, os invito y exhorto a unir esfuerzos para evitar la intolerancia.

Es cuánto.

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