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lunes, 2 de abril de 2012

Lo Trascendente


Voy a relatarles QQ.·. HH.·. Una anécdota que me fue contada hace muchos años, anécdota que en su momento y aún ahora me hace reflexionar, esta se refiere a una persona joven que era hijo de un señor que por su propio esfuerzo había escalado hasta la cima del éxito era el jefe de la empresa y tenía gran ascendiente y respeto sobre muchas personas. Pues bien, el hijo de ese gran señor tenía por costumbre decirle a todos sus conocidos y en todos lados el parentesco que guardaba con el jefe y gustaba de presumir lo que hacía su padre, mostrándose desde luego el mismo con la aureola de popularidad que tenía su padre, era como decimos ahora un junior “hijo de papi”.

Sabedor de esto, su padre un día lo mando llamar y le dijo:” Mira hijo, presumir es malo, pero si quieres presumir, presume de lo tuyo, no de lo mío”.

Traigo la anécdota a colación porque por analogía me parece que en la masonería ocurre un fenómeno parecido.

Cuantos HH.·. habrá que entran a la masonería como un medio de distinguirse, mencionan en todos lados y a todos que en nuestra Institución han desfilado mucho hombres prominentes, personalidades como Newton, Mozart, Premios nobel varios, presidentes de diversos países, grandes novelistas, políticos, todo lo anterior no deja de ser cierto, pero en la manera como lo cuentan pareciera que dijeran: “En la masonería ha habido y hay grandes hombres, yo soy masón luego entonces soy un grande hombre” arropándose en la gloria ajena.

Pienso que en esto no habríamos de confundirnos, la masonería no es un fin en sí mismo, es un medio, es el camino, como lo dice nuestra liturgia: “es el estudio de la filosofía y en particular de la moral, para conocer y practicar la virtud”. Actuar en consecuencia presupone un gran esfuerzo personal, una gran voluntad de cambiar, de crecer, de ser otro con un perfil de mas distinción, de cultura, ser masón a mi entender significa cincelarse a si mismo como un nuevo Hombre (incluyo los dos géneros), aspirar a la sabiduría, ser persona digna o como a mi juicio, bien decía Samuel Smiles, médico Escocés que vivió en el siglo diecinueve: “Una persona ya es alguien cuando se sabe que se puede confiar en él”.

He aquí el gran reto, mis QQ.·.HH.·. El de forjarse un destino trascendente y de honor; toda una vida es un espacio de tiempo demasiado corto para lograrlo.

Habremos de retomar nuestras herramientas y reiniciar la gran tarea del cambio, callada, obstinadamente, que nuestros actos hablen por nosotros, porque lo que hacemos nos define y con ello demos gloria a la masonería.

Si tan solo hablamos y presumimos de lo que han hecho nuestros hermanos ilustres, que han pasado por la masonería y que ahora están en su columna del eterno oriente, me imagino que ellos, desde allá, han de señalarnos y decir al unísono:

” Presumir es malo H.·. Pero si quieres presumir, al menos presume de lo tuyo, no de lo mío”.

Es cuánto.

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